"Lo que Dios te da, Dios te lo quita".
Es una de las frases más repetidas en los primeros minutos, y que hace suya el cabeza de familia.
Lo nuevo del siempre interesante Terrence Malick, es un poema visual, una experiencia cinematográfica única que no deja mucho espacio a los veredictos tibios: La amas o la odias.
A partir del dolor por la muerte se inicia una narración paralela y poco convencional.De un lado, la de lo humano, lo mundano: la historia de cómo se formó la familia OBrien. Una narración capitalizada por Jack, el mayor de los tres hermanos al que da vida un magistral niño Hunter McCracken. Del otro, imágenes del cosmos y la Tierra de una belleza bestial. En ellas Malick muestra la evolución del universo y la vida en nuestro planeta. . Todo ello bajo la batuta de unas piezas musicales tan grandilocuentes como cautivadoras.la creación de Malick se acerca más a un virtuoso poema audiovisual que a eso que venimos llamando cine. En el sentido más prosaico del término "película" es aventurado -que no descabellado, ahí está la Palma de Oro de Cannes- sentenciar que sea una obra maestra. Ahora bien, con su creación, es evidente también que Malick se acerca más a eso que los románticos todavía denominan Séptimo Arte. (Crítica de EUROPA PRESS - Israel Arias)
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