San Juan
Bautista
La figura del Bautista está estrechamente asociada al desierto, lugar de
vida ascética y, a la luz de la historia de Israel, lugar privilegiado donde se
encuentra la gracia de Dios. Del desierto, según la profecía de Isaías, vendría
el precursor del Mesías.
‘Ain el-Habís, a unos 3 kms. de Ain Karem, recuerda el lugar en donde san Juan Bautista vivió su infancia.
‘Ain el-Habís, a unos 3 kms. de Ain Karem, recuerda el lugar en donde san Juan Bautista vivió su infancia.
Los testimonios escritos que conocemos –relativamente tardíos- apoyan la historicidad del lugar basándose en el nombre y las ruinas.
‘Ain el-Habís significa fuente del eremita, una definición que bien claramente hace alusión a la figura del precursor, prototipo de los ermitaños.
En este lugar los cruzados
erigieron, sobre las ruinas que entonces existían, una iglesia y un convento.
El yermo de San Juan en el desierto, tercero de los santuarios de Ain Karem después del de la Visitación y del santuario del nacimiento de Juan Bautista, hace memoria del lugar en donde el Precursor encontró refugio huyendo de la matanza de los Inocentes. Comprende el Santuario, la Gruta, la fuente y la Tumba de Isabel.
(Fuente: Custodia Terrae Santae)
La tradición cristiana
El primer testimonio escrito es de un autor anónimo del
siglo XII que nos deja una breve mención de la capilla del desierto. Giovanni
Zuallardo la describe –aunque ya estaba en ruinas pero era igualmente
imponente- diciendo: “Saliendo de la Visitación, apetece continuar dos ó tres
millas más adelante para visitar el Desierto, allí donde san Juan Bautista,
guiado y confortado por el Espíritu Santo, vivió su infancia hasta el día de su
manifestación a Israel predicando el Bautismo de penitencia. Junto a dicho
Desierto, por caminos fastidiosísimos y peligrosísimos, nos llenamos de una
gran alegría al ver un lugar tan austero a la par que hermoso, a pesar de que
en el presente no sea tan boscoso como parece haberlo sido en el pasado, y es
además grotesco, áspero y alejado de toda habitación humana. El antro o caverna
donde el Santo vivía (que se menciona en el himno que canta la Iglesia y que
comienza con Antra deserti…), está excavado en la roca en su mitad y se
encuentra al principio de la ladera de una montaña que está llena de arbustos y
que inmediatamente se convierte en un precipicio o despeñadero, mirando la
profundidad del Valle que está en frente. Esta caverna es bastante grande por
dentro y al fondo tiene una elevación a modo de altar, donde dormía el santo.
La entrada es también muy difícil y estrecha y junto a ella
hay una fuentecilla de agua buenísima que se puede coger tanto en la parte alta
como en la baja. Arriba hay una pequeña iglesia y un pequeño monasterio en los
que no se ven sino algunas partes de los muros, casi todos ellos ya deshechos”
(ELS 82)
En 1626, el padre Quaresmi habla de una iglesia dedicada a
san Juan (ELS 86), lo que lleva a pensar en una restauración o reconstrucción
por parte de los franciscanos.
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