Cómo hoy ha surgido el tema y hemos apuntado algunas explicaciones, aquí va otra:
"Algunos Santos Padres interpretan que el buey y la mula representan la unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento; otros, proponen que simbolizan la unión de judíos y gentiles. Y, desde tiempos muy antiguos, circuló una leyenda según la cual San José habría llevado el buey a Belén para pagar el tributo al César, mientras la mula habría servido de cabalgadura a la Virgen, pues entre Nazaret a Belén hay cuatro días de camino a pie, trecho excesivo para una mujer en trance de parir. Pero, como algún comentarista bíblico ha observado, no parece verosímil que a un hombre que llega conduciendo un buey y a una mujer que viene subida en una mula se les niegue sitio en la posada; pues tan pobres no habrían de ser.
Hay un versículo en Isaías que viene como de molde para explicar la presencia de estos dos humildes animales en el pesebre: «Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento». Buey y mula representarían, pues, ese conocimiento misterioso de las cosas que sólo los animales poseen, esa suerte de sexto sentido que les hace recogerse ante la inminencia de una tormenta, mientras a los hombres los pilla el chaparrón desprevenidos. Y eso simbolizan esas dos figuras que seguimos colocando en nuestros belenes (¡y que no falten nunca!): lo que había ocurrido en aquel pesebre había pasado inadvertido al común de los hombres; pero los animales lo presagiaban en el aire: sabían que el universo acababa de ser restaurado, sabían que la Creación entera había sido renovada. Habían reconocido en ese Niño al Señor de la Historia."
www.juanmanueldeprada.com
"Algunos Santos Padres interpretan que el buey y la mula representan la unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento; otros, proponen que simbolizan la unión de judíos y gentiles. Y, desde tiempos muy antiguos, circuló una leyenda según la cual San José habría llevado el buey a Belén para pagar el tributo al César, mientras la mula habría servido de cabalgadura a la Virgen, pues entre Nazaret a Belén hay cuatro días de camino a pie, trecho excesivo para una mujer en trance de parir. Pero, como algún comentarista bíblico ha observado, no parece verosímil que a un hombre que llega conduciendo un buey y a una mujer que viene subida en una mula se les niegue sitio en la posada; pues tan pobres no habrían de ser.
Hay un versículo en Isaías que viene como de molde para explicar la presencia de estos dos humildes animales en el pesebre: «Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento». Buey y mula representarían, pues, ese conocimiento misterioso de las cosas que sólo los animales poseen, esa suerte de sexto sentido que les hace recogerse ante la inminencia de una tormenta, mientras a los hombres los pilla el chaparrón desprevenidos. Y eso simbolizan esas dos figuras que seguimos colocando en nuestros belenes (¡y que no falten nunca!): lo que había ocurrido en aquel pesebre había pasado inadvertido al común de los hombres; pero los animales lo presagiaban en el aire: sabían que el universo acababa de ser restaurado, sabían que la Creación entera había sido renovada. Habían reconocido en ese Niño al Señor de la Historia."
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