Esta mañana me habéis dado la ocasión de esta nueva entrada cuándo decíais que Lutero estaba loco por castigar su cuerpo flagelándose... no entendíais que muchos como él hicieran penitencia por sus pecados, de esta forma tan dolorosa, que en este acto buscaran “participar en el dolor del prójimo, padecer con quien padece, llorar con quien llora” . Pero sí lo habéis entendido cuándo os he puesto el ejemplo en vuestra "propia experiencia": ¿no castigáis y flageláis, semanal o diariamente, vuestro cuerpo, con bebidas, tabaco y otras "sustancias"... y encima no buscáis la penitencia sino una manera poco productiva de llenar vacíos, entonteciendo vuestro pensamiento... Y ahí surge la cuestión ¿somos tan distintos de los hombres del siglo XVI? Tal vez la respuesta no esté en los medios que utilizamos sino en los fines que perseguimos. Hoy en nuestro tiempo no parece que estemos llamados al martirio, ni a la disciplina constante, ni a la mortificación, que es lo que ...